La justicia lenta no es justicia

La justicia, para ser justa, ha de ser eficaz, y la eficacia sólo se logra con un proceso ágil y una resolución razonablemente temprana.

Una de las quejas más habituales es la tardanza en resolver los procedimientos. Si para depurar las responsabilidades en una agresión se tardan 11 años en obtener Sentencia, no hemos logrado hacer justicia, por muy buena que sea tal resolución. Si para lograr una indemnización, ya consignada en las cuentas del Juzgado, se tardan 3 años en obtener el mandamiento de devolución, tampoco hemos logrado hacer justicia, por mucha satisfacción que de el resultado obtenido. Si para incoar un proceso el Juzgado requiere 2 años en proveerlo, tampoco hacemos justicia. Si para diligenciar una comparecencia de apoderamiento apud acta se emplaza al cliente para dentro de 4 meses es que algo falla. Y todos estos ejemplos son reales, de nuestro tren judicial actual.

¿Y de quién es la culpa? Es compartida. Parte de la responsabilidad es del equipo humano que componen los Juzgados. Hay funcionarios que trabajan bien, son ágiles y resolutivos, pero otros no, por desgracia. Y estos provocan atascos que los «buenos» no pueden soportar porque la carga les impide avanzar. Se requiere una adecuada dirección (el juez), que exija y al tiempo anime a que los trámites avancen, además de conciencia en el servicio público que están ejerciendo. Y otra parte de culpa la considero de los presupuestos. La justicia, junto con educación y sanidad, son los pilares de nuestra sociedad. No podemos tenerla abandonada, con herramientas obsoletas, con poco personal y menos Juzgados para amparar la gran cantidad de pleitos que surgen día a día. Se requiere una inyección de dinero público para mejor instalaciones, equipos informáticos y, sobre todo, ampliar el funcionariado que se requiere para, dignamente, cubrir las necesidades judiciales.

Espero que algún día pueda decirles a mis clientes que no necesitas esperar 2 años para divorciarse o para obtener una compensación de un siniestro simple. Los abogados somos parte del engranaje judicial pero dependemos del resto de «piezas» para que nuestra justicia avance.

Daniel Nevado Portero.

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